Estamos en el momento de mayor expansión de la humanidad, nuestras sociedades industriales y su desarrollo tecnológico no tienen techo, vivimos en enormes ciudades
repletas de servicios, sobre todo
materiales, pero pobres en lo emocional.
De hecho, el
ser humano vive ahora mayores sentimientos de aislamiento y soledad que nunca,
a pesar de que muchas de sus necesidades básicas estén ampliamente satisfechas.
En nuestros orígenes vivíamos en armonía con la naturaleza y las otras
especies, sincronizábamos nuestros ritmos a los suyos. De forma paulatina y progresiva
nos hemos alejado hasta llegar a los días de hoy. La soledad es una de las
condiciones más comunes en personas solteras, y en mayores que han enviudado.
Por sí misma esta no es buena ni mala, sobre todo si se ha escogido, pero
la soledad es la antesala del aislamiento social, y esto si que es perjudicial
para nuestra salud.
A lo largo
de la historia de la humanidad la presencia de animales en nuestras vidas ha
estado documentada, nos han servido como inspiración, por ejemplo ¿Sabías que
hallaron unos restos fósiles en el norte de Israel de 12.000 años de
antigüedad, en el que un hombre está con una mano encima de su perro, ambos
esqueletos juntos?. Aunque la relación entre nosotros y ellos es más antigua. De
ellos hemos aprendidos a integrarnos en la naturaleza, nos han protegido y
alertado de los peligros, también nos han alimentado física y emocionalmente. Y
las relaciones que hemos establecido con los animales han ido más allá del
simple hecho de utilizarlos para nuestros trabajos o alimentación. Nos hemos
comunicado mutuamente de una forma que no ha pasado desapercibida.
Desde la
psicología, el beneficio de los animales empezó a estudiarse a raíz de
su uso en determinados trastornos mentales y psicológicos. Pero ya mucho antes,
por ejemplo en 1867, los animales de compañía
intervinieron en el tratamiento de personas con epilepsia en Bielfield, en
Alemania. Y también en Estados Unidos donde el uso de animales ha estado muy
extendido. Así la US Army Veterinary Medicine Branch
of the Health Services Command ha usado animales "terapeutas"
desde la Segunda Guerra Mundial.
Los investigadores llevan décadas mostrando que aquellas personas que han estado en tratamiento
psicoterapéutico, y contaban con la asistencia y apoyo de animales, mejoraban con
notable éxito. Igual que Sam y Elizabeth Corson desde los años 70 trabajando con
adolescentes con carácter introvertido, los cuales al oír el ladrido de los
perros se abrían al exterior, queriendo relacionarse con ellos. Incluso el
conocidísimo Sigmund Freud tenía una perra de raza Chow Chow como asistente en
su terapias. Se sabe incluso, que en aquellos centros educativos que dedican un
espacio a la interacción de alumnos y alumnas con animales, los jóvenes se
comportan mejor, son más cooperativos en clase y muestran mejoras en el lenguaje.
Otro
pionero, el psicoterapeuta Boris M. Levinson ya en los años 60, creó la Terapia
Facilitada por Animales (TFA), en niños con trastornos del comportamiento, déficit de atención y problemas de comunicación. El psiquiatra
Aaron Katcher ya demostró, con un estudio realizado en 6.000 personas,
que los propietarios de mascotas tenían menos niveles de tensión arterial,
colesterol y triglicéridos, que aquellos
que no tienen animales en su vida. Serpell, J evidenció también, que
conseguir una mascota eleva la autoestima y promueve el desarrollo del ejercicio físico.
Como dato curioso, aproximadamente 1 de cada 3 psicoterapeutas en Estados Unidos utiliza
la presencia de animales de compañía como apoyo a sus terapias.
¿Sabias que
el 97% de las personas con mascotas habla con ellas? ¿Y que 8 de cada 10 les
hace revelaciones a sus animales sobre aspectos íntimos de sus vidas? Los animales, unos más que otros, pueden mejorar la calidad de vida
potenciando, entre otras, una mayor consciencia a la expresión emocional, a través de la relación
con ellos.
La inteligencia animal alivia el dolor humano.
1 comentario:
HOLA, MUY BUENO TUS ARTICULOS. PERO EL COLOR NARANJA DIFICULTA SU LECTURA, GRACIAS
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