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3 de febrero de 2014

ACEPTARSE O CÓMO LLEGAR A QUERERSE


Desde el origen de la humanidad se ha defendido una postura que es de dudosa utilidad, considerar que los seres humanos somos valiosos únicamente porque tenemos éxito o logros. Y también se ha considerado lo contrario, igualmente de dudosa utilidad, que valemos poco o somos incompetentes por no tener o desarrollar al máximo nuestras cualidades. Aunque diversas religiones asumen una aceptación incondicional del ser humano, en la práctica son pocas las personas que lo llevan a cabo. Lo cierto es que con la llegada de determinados pensadores que hablan del valor humano por el simple hecho de su existencia, empieza a cambiar el enfoque de siempre. Como dice la canción “…tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar y si eres de los que no tienes…a galeras a remar”, dando por hecho que no hay remedio a esta postura, pero la hay, y ésta empieza por uno mismo.

 
         Aceptar lo que somos es un proceso de construcción, es una actitud ante uno mismo y la vida. Muchas personas tienen la suerte de encontrar en la infancia y la adolescencia aceptación por parte de los demás y esto, indudablemente, facilita la suya propia, pero que esto ocurra con frecuencia no quiere decir que sea una ley universal. De hecho, hay personas destacadas en su comunidad que se aceptan de manera incondicional y creen en sí mismas a pesar de encontrar poco apoyo durante la mayor parte de su vida, e igualmente otras personas, por el contrario, siguen intentando aceptarse en la etapa adulta sin conseguirlo.


         Mientras estamos vivos existe la posibilidad de llevar una existencia cada día mejor. En este sentido lo que podemos llegar a ser es más de lo que ya somos. Mientras haya esa posibilidad… ¿Dónde pone que tenga que medir mi valor como persona por mis destrezas o mi éxito? Si es así, tan sólo es una opinión, por cierto, innecesaria a mi parecer. Un requisito indispensable para que alguien se identifique conmigo mismo radica en el permiso. Si te das permiso para Ser, para descubrir qué deseas y cómo, y dedicas tu esfuerzo a ello tendrás una alta probabilidad de conseguir ser feliz. Aceptarse es tener en cuenta una serie de características básicas:


  • Tener conciencia de que existes como ser único e irrepetible.     
     
  • Tener conciencia de que no hay ninguna razón por la que deberías ser diferente a como eres. Es posible que quieras ser distinto, pero esto antes ha de ser una preferencia, que no una exigencia.
     
  • Como ser humano no eres ni digno ni indigno, tan sólo eso, persona.
             El resultado de esta aceptación es un sentimiento agradable sobre uno mismo. La autoestima que palabra tan bonita, autoestima o estima a uno mismo. Y la utilizamos para referirnos al valor que damos a nuestra persona, es decir una actitud de aceptación o de rechazo, por tanto puede ser saludable, de respeto y acarreará sentimientos agradables, o puede ser insalubre, de rechazo y castigo y traerá sentimientos negativos. La autoestima oscila entre uno y otro valor. Así cuando una persona dice: “tengo baja autoestima”, en realidad está diciendo: “Me censuro mucho y me siento mal por ello”.
             Ya que la autoestima parte de la propia persona, es ella la que puede llegar a cambiarla. Entre las características de una persona con alta autoestima están:
     
  • Alta valoración personal. Se considera en su justa medida, la persona está contenta consigo misma, no duda de sus decisiones, ni de sus sentimientos, no evita las críticas de los demás pues son una oportunidad para mejorar.

  • Poca vulnerabilidad al entorno. Encaja bien la crítica así como las circunstancias que le generan emociones incómodas o dolorosas, suele tener suficiente objetividad como para desterrar la crítica y recursos para canalizar adecuadamente sus emociones.

  • No teme el fracaso. Otra característica presente en la alta autoestima es ésta, anticipan las situaciones y su actuación personal sin temor a la equivocación, tanto si tienen éxito como si no, lo atribuyen a sus propias acciones.

  • Autocrítica objetiva. Son capaces de criticar sus acciones, pero evitan censurarse como personas, lo hacen de una manera constructiva con el objetivo de mejorar, no de forma cruel para castigarse.
     
  • Se autorefuerza cuando es necesario. Es capaz de reconocer sus méritos así como sus cualidades y se premia por ello, ya sea de una manera material, permitiéndose “un capricho”, bien con su voz interna: “¡Bien hecho!”. Asimismo se relaciona con los demás tal y como lo hace consigo mismo.
     
  • Actitud de escucha y respeto. Ante los demás, de una forma directa, no tiene dificultad para abordar los conflictos, ni para defender sus derechos y necesidades, su actitud suele ser activa y dialogante, sus necesidades son tan importantes como las de los demás.




18 de octubre de 2013

QUIEN SABE REIR SABE CURAR (SE)


Imagina por un momento que entras en una habitación donde hay personas riendo, las observas y preguntas: “¿Qué ocurre, de qué os reís?” Pero nadie contesta, siguen riendo a carcajada limpia, algunos incluso tienen lágrimas en los ojos de tanto reír. ¿Cómo reaccionas tú?

Una sonrisa parece que ilumina el entorno de quien la expresa, y es difícil mantener el semblante serio ante la misma. Nacemos con la capacidad de sonreír, algo que de niños hacemos en centenares de ocasiones al día, pero que de adultos apenas mostramos. Maduramos adquiriendo normas sociales de convivencia y construimos una imagen de nosotros ante los demás respetuosa, seria, rígida y adulta, y de repente dejamos de reír, estamos como encorsetados en nuestra imagen.


Actualmente hay una gran oferta de cursos en torno a la risa. Y en muchos procesos de formación las técnicas de risoterapia abundan como estrategias deshinibitorias o de cohesión del grupo. A los asistentes se les pone en situaciones que provocan una cierta tensión emocional, como vergüenza, con el  ánimo de liberar la risa, de romper este imaginario corsé de rígida madurez, y a través del juego y de la música expresar emociones. Y lo cierto es que funciona. Pero la risoterapia no es, únicamente, un conjunto de estrategias, además es algo que podemos aprender a hacer en nuestra vida diaria, para encajar muchas de esas circunstancias que nos afectan, para disfrutar de nuestras relaciones con intensidad. La risa por sí sola puede llevarnos a generar un estado emocional placentero.

 
        Y es que risoterapia ante todo, es una actitud vital en la que, el sentido del humor ocupa un lugar privilegiado de entre las características personales. Cuando hablo de sentido del humor no me refiero a ser capaces de reírse de todo y de todos, sino a saber entender la vida y sus circunstancias de una forma más agradable, más optimista. Lo que nos lleva a vivir sin un sufrimiento extra. Y esto también vale para los profesionales, sobre todo cuando pretendemos que la persona adquiera mayor flexibilidad en su manera de pensar o actuar, sin permitirnos lo mismo en nuestra manera de relacionarnos.

        En una ocasión alguien me dijo que entendía la necesidad de mi trabajo, pero que lo veía triste y en ocasiones desagradable. A lo que contesté: Nada de eso, ni te imaginas lo que nos reímos los neuróticos!

El sentido del humor busca nuestro bienestar y nos induce a estados de relajación, asimismo, consigue que seamos más tolerantes ante los demás, por lo tanto tiene una enorme utilidad ante la frustración. Se encarga de r-e-l-a-t-i-v-i-z-a-r la seriedad de la vida y puede entenderse como un rasgo positivo de personalidad. Puedes aprender a vivir con sentido del humor para ello has de acostumbrarte sobre todo a identificarlo. Desde la sutil ironía hasta un estallido de carcajadas, las tonalidades del humor son amplias y variadas.
 
 
 

8 de octubre de 2013

GRACIAS A LA INTELIGENCIA ANIMAL


 

Estamos en el momento de mayor expansión de la humanidad, nuestras sociedades industriales y su desarrollo tecnológico no tienen techo, vivimos en enormes ciudades repletas de servicios,  sobre todo materiales, pero pobres en lo emocional. De hecho, el ser humano vive ahora mayores sentimientos de aislamiento y soledad que nunca, a pesar de que muchas de sus necesidades básicas estén ampliamente satisfechas. En nuestros orígenes vivíamos en armonía con la naturaleza y las otras especies, sincronizábamos nuestros ritmos a los suyos. De forma paulatina y progresiva nos hemos alejado hasta llegar a los días de hoy. La soledad es una de las condiciones más comunes en personas solteras, y en mayores que han enviudado. Por sí misma esta no es buena ni mala, sobre todo si se ha escogido, pero la soledad es la antesala del aislamiento social, y esto si que es perjudicial para nuestra salud.

 

A lo largo de la historia de la humanidad la presencia de animales en nuestras vidas ha estado documentada, nos han servido como inspiración, por ejemplo ¿Sabías que hallaron unos restos fósiles en el norte de Israel de 12.000 años de antigüedad, en el que un hombre está con una mano encima de su perro, ambos esqueletos juntos?. Aunque la relación entre nosotros y ellos es más antigua. De ellos hemos aprendidos a integrarnos en la naturaleza, nos han protegido y alertado de los peligros, también nos han alimentado física y emocionalmente. Y las relaciones que hemos establecido con los animales han ido más allá del simple hecho de utilizarlos para nuestros trabajos o alimentación. Nos hemos comunicado mutuamente de una forma que no ha pasado desapercibida.


Desde la psicología, el beneficio de los animales empezó a estudiarse a raíz de su uso en determinados trastornos mentales y psicológicos. Pero ya mucho antes, por ejemplo en 1867, los animales de compañía intervinieron en el tratamiento de personas con epilepsia en Bielfield, en Alemania. Y también en Estados Unidos donde el uso de animales ha estado muy extendido. Así la US Army Veterinary Medicine Branch of the Health Services Command ha usado animales "terapeutas" desde la Segunda Guerra Mundial.

Los investigadores llevan décadas mostrando que aquellas personas que han estado en tratamiento psicoterapéutico, y contaban con la asistencia y apoyo de animales, mejoraban con notable éxito. Igual que Sam y Elizabeth Corson desde los años 70 trabajando con adolescentes con carácter introvertido, los cuales al oír el ladrido de los perros se abrían al exterior, queriendo relacionarse con ellos. Incluso el conocidísimo Sigmund Freud tenía una perra de raza Chow Chow como asistente en su terapias. Se sabe incluso, que en aquellos centros educativos que dedican un espacio a la interacción de alumnos y alumnas con animales, los jóvenes se comportan mejor, son más cooperativos en clase y muestran mejoras en el lenguaje.
 
Otro pionero, el psicoterapeuta Boris M. Levinson ya en los años 60, creó la Terapia Facilitada por Animales (TFA), en niños con trastornos del comportamiento, déficit de atención y problemas de comunicación. El psiquiatra Aaron Katcher ya demostró, con un estudio realizado en 6.000 personas, que los propietarios de mascotas tenían menos niveles de tensión arterial, colesterol y triglicéridos, que aquellos que no tienen animales en su vida. Serpell, J evidenció también, que conseguir una mascota eleva la autoestima y promueve el desarrollo del ejercicio físico. Como dato curioso, aproximadamente 1 de cada 3 psicoterapeutas en Estados Unidos utiliza la presencia de animales de compañía como apoyo a sus terapias.

           ¿Sabias que el 97% de las personas con mascotas habla con ellas? ¿Y que 8 de cada 10 les hace revelaciones a sus animales sobre aspectos íntimos de sus vidas?  Los animales, unos más que otros, pueden mejorar la calidad de vida potenciando, entre otras, una mayor consciencia a la expresión emocional, a través de la relación con ellos.
 
La inteligencia animal alivia el dolor humano.



 

4 de octubre de 2013

DIA INTERNACIONAL DE LA FELICIDAD

Es tan cierto que la felicidad hay que trabajarla y buscarla, pues a pesar de poder experimentarla no está en nosotros, que es necesario hacer un Día Internacional de la Felicidad, para recordarnos que está ahí, y nos la merecemos.
 
         Miguel de Unamuno decía: “Una de las ventajas de no ser feliz es que puedes desear la felicidad”. “¡Ah! ¿pero es que hay que desearla?”. Ciertamente esto es lo que opina mucha gente, cree que ser feliz es algo que ocurre de forma azarosa, sin control ni premeditación, y en ocasiones es así. Pero hay una importante distinción que señalar, una cosa es sentir felicidad por un acontecimiento que ha ocurrido, es decir, “me siento bien” y otra muy distinta mantener esa emoción hasta convertirla en un estado estable, o sea, “estoy bien, soy feliz”. Esta última expresión es común en aquellas personas que buscan su felicidad, que se esfuerzan en ser felices y optimistas y generalmente lo consiguen, incluso aunque no estén muy dotadas para ello.
 
 ¿Buscar la felicidad? ¿Por qué?, porque puedes. Tal vez sea por azar o porque ese día los astros se alinearon de una forma determinada, quien sabe, tal vez porque “Dios lo quiso”, pensaría un creyente. La cuestión es que naciste con una característica muy especial, naciste como ser humano. Y además de esa certeza, también estoy seguro de otra, de que tú estás ahí ahora, leyendo estas líneas. ¿Y qué quiero decir con esto? pues que si tienes esa capacidad significa que eres un ser privilegiado, de entre las miles de especies que habitan este planeta, tú perteneces a aquella que posiblemente tiene más opciones de disfrutar su existencia, incluso a través de la lectura de unos símbolos impresos. Y es que pudiste nacer gusano, incluso ameba, o tal vez gorrión, pudiste nacer coliflor o manzana, quien sabe, quizás como pulpo de ría, puede que hasta jirafa, pero el caso es que naciste como ser humano. Una obviedad para ti y los que te rodean, pero es una cuestión que llegamos a olvidar en tantísimas ocasiones que dejamos de percibir las posibilidades que eso supone.
 
         Vives el momento presente, mientras el tiempo va transcurriendo impasible, monótono, nunca sabes cuándo se va a terminar para ti. Así funciona esto. Puedes aprovechar la oportunidad que te ha tocado, la que tienes entre las manos, vivir tu vida para ser feliz conscientemente o dejarla pasar a expensas de que el azar se cruce en tu camino con situaciones que te agraden. Conseguir ser feliz no supone alcanzar una meta determinada, llegar al final de algo, eso como mucho nos hace sentirnos felices, momentánea y puntualmente.
 
          Llegar a la felicidad, ser feliz es una forma que tienes de vivir la vida, es algo que se aprende, y una vez aprendido forma parte de nosotros, de ti, de lo que eres. De forma natural, con sencillez. Ser feliz conlleva interesarse por los aspectos que nos rodean, por las personas con las que nos relacionamos, aprovechando los pequeños y grandes momentos que vivimos.

3 de octubre de 2013

EN LA RAIZ DEL ÉXITO PERSONAL


Desde el origen de la humanidad se ha defendido una postura que es de dudosa utilidad, considerar que los seres humanos somos valiosos únicamente porque tenemos éxito o logros. Y también se ha considerado lo contrario, igualmente de dudosa utilidad, que valemos poco o somos incompetentes por no tener o desarrollar al máximo nuestras cualidades.
 
Aunque diversas religiones asumen una aceptación incondicional del ser humano, en la práctica son pocas las personas que lo llevan a cabo, tan sólo algunas ejemplares, como la Madre Teresa de Calcuta, entre otras. Lo cierto es que con la llegada de determinados pensadores que hablan del valor humano por el simple hecho de su existencia, empieza a cambiar el enfoque de siempre. Como dice la canción del Último de la fila: “…tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar y si eres de los que no tienes…a galeras a remar”, dando por hecho que no hay remedio a esta postura, pero la hay, y ésta empieza por uno mismo.

 
Aceptar lo que somos es un proceso de construcción, es una actitud ante uno mismo y la vida. Muchas personas tienen la suerte de encontrar en la infancia y la adolescencia aceptación por parte de los demás y esto, indudablemente, facilita la suya propia, pero que esto ocurra con frecuencia no quiere decir que sea una ley universal.

De hecho, hay personas destacadas en su comunidad que se aceptan de manera incondicional y creen en sí mismas a pesar de encontrar poco apoyo durante la mayor parte de su vida, e igualmente, hay personas con claras deficiencias y carencias que no dominan la vida y sin embargo, su autoestima es muy positiva. Otras personas, por el contrario, siguen intentando aceptarse en la etapa adulta sin conseguirlo.

¿Se te ocurre alguna razón por la que aceptarte?


 

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