Esta
poderosa y universal capacidad, pues todos la poseemos, nace en lo más profundo
del ser humano, se expresa a través de la esperanza, la motivación al cambio, se
alimenta del optimismo. De una manera extraordinaria nace en ese terreno baldío
y tenebroso de la soledad, del abandono y el trauma, surge en el dolor. En lo
cotidiano se refleja en quienes no se rinden, incluso cuando los resultados van
en contra. La resiliencia va más allá de la resistencia, pues no se trata solo
de soportar una situación de estrés mantenido, se trata sobre todo de
sobreponerse al mismo. Las personas que han permitido a su resiliencia crecer y
evolucionar, se manejan mejor en las crisis.
Decía
la letra de una canción de los 80: “solo los peces muertos siguen la corriente”.
Resiliencia supone esto, avanzar contra corriente, mantenerse en pie y con
actitud de seguir peleando. De una manera dinámica, cambiante, buscando la
mejor manera de adaptarse a los límites que la situación genera, un trauma, una
enfermedad crónica, una situación de desamparo mantenida. Pero no se trata
exclusivamente de una conducta que se pueda mostrar, los cambios que se
experimentan son de tipo biológico, psicológico y social. Y estos permiten a la
persona superarse.
Pero no creas que me estoy refiriendo a
cambios sobrehumanos o de otro tipo, para nada. Esta capacidad surge y evoluciona
desde las características que habitualmente encontramos en el ser humano. La autoestima
suele ser fuerte y flexible, es decir la persona es capaz de reconocer aspectos
valiosos en sí misma y valorarlos positivamente, aunque estos puedan cambiar o
desaparecer en el tiempo. Por lo general, sus actos y pensamientos se guían por
sus propósitos, por tanto son personas con una importante autonomía. Pero nada
desconectados de los demás, muy al contrario, se nutren y consiguen sólidos
apoyos de su entorno. Eso supone además de recibir dar y ofrecer sus recursos.
Como seguro has comprobado, cada vez
que has intentado superar un obstáculo importante en tu vida, has necesitado
responsabilizarte, tener una disciplina pero sin rigideces, con la mente
abierta al cambio y a lo que está a tu alcance. Alguien dijo que cuando la
suerte se va, hay que hacer más con menos. Y mira por donde, este es el espacio
en el que la creatividad, soñar e imaginar un futuro distinto, tiene todo el
sentido. Mientras esto ocurre, tolerar la frustración y soportar el desánimo
será un precio a pagar.
Aunque para poner esta increíble maquinaria
en marcha, se ha de tener un propósito, un proyecto vital. Ese objetivo permite
enfocar nuestra atención en lo que anhelamos, y modificar lo necesario para
conseguirlo. Creer en nosotros, en nuestros recursos, en lo que nos ofrece el
entorno, nos facilitará encontrar y utilizar lo necesario en nuestro
desarrollo.