Es tan cierto que la felicidad hay que trabajarla y buscarla, pues a pesar de poder experimentarla no está en nosotros, que es necesario hacer un Día Internacional de la Felicidad, para recordarnos que está ahí, y nos la merecemos.
Miguel de Unamuno decía: “Una de
las ventajas de no ser feliz es que puedes desear la felicidad”. “¡Ah!
¿pero es que hay que desearla?”. Ciertamente esto es lo
que opina mucha gente, cree que ser feliz es algo que ocurre de forma azarosa,
sin control ni premeditación, y en ocasiones es así. Pero hay una importante
distinción que señalar, una cosa es sentir felicidad por un acontecimiento que ha
ocurrido, es decir, “me siento bien” y otra muy distinta mantener esa
emoción hasta convertirla en un estado estable, o sea, “estoy bien, soy
feliz”. Esta última expresión es común en aquellas personas que buscan su
felicidad, que se esfuerzan en ser felices y optimistas y generalmente lo
consiguen, incluso aunque no estén muy dotadas para ello.
Vives el momento presente, mientras el tiempo va transcurriendo
impasible, monótono, nunca sabes cuándo se va a terminar para ti. Así funciona
esto. Puedes aprovechar la oportunidad que te ha tocado, la que tienes entre
las manos, vivir tu vida para ser feliz conscientemente o dejarla pasar a
expensas de que el azar se cruce en tu camino con situaciones que te agraden.
Conseguir ser feliz no supone alcanzar una meta determinada, llegar al final de
algo, eso como mucho nos hace sentirnos felices, momentánea y
puntualmente.
Llegar
a la felicidad, ser feliz es una forma que tienes de vivir la vida, es
algo que se aprende, y una vez aprendido forma parte de nosotros, de ti, de lo
que eres. De forma natural, con sencillez. Ser feliz conlleva interesarse por
los aspectos que nos rodean, por las personas con las que nos relacionamos, aprovechando
los pequeños y grandes momentos que vivimos.
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