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9 de marzo de 2014

DISFRUTA EL PRESENTE

¡Viva lo nuevo y lo joven y lo antiguo y lo viejo! Cada momento es único y tiene sus exquisiteces. ¿Añorando el pasado? ¿Temiendo el futuro? Pues no te enteras de lo que estás dejando pasar por delante. ¡Tu presente! Con todos sus matices y posibilidades. Que no sepas disfrutarlo o no te hayas adaptado a él no significa que no lo puedas hacer. Tu pasado es inamovible, ya no puedes modificarlo, tu futuro está por escribir y vivir, por tanto sólo tienes el momento presente, aquí y ahora. Mientras esta idea no la interiorices te costará disfrutarlo.




Esto significa centrarte en lo que tienes entre manos en cada momento. Es habitual hacer dos o tres cosas a la vez y tener la cabeza ocupada en otras que están por hacer o que ya hicimos. Nos cuesta centrarnos, como decía un maestro budista: “Cuando comas, come, cuando camines camina y cuando hables, habla, no lo hagas todo a la vez y sin ser consciente de ello”. Saborea el instante.

Por educación solemos invertir nuestro tiempo en lo que “debemos” hacer y no tanto en lo qué queremos hacer. Lo más seguro es que si estás leyendo un libro de estas características seas una persona joven o adulta o más adulta aún. Lo cierto es que a medida que maduramos y envejecemos vamos ganando en capacidad para elegir, además de en experiencia para elegir mejor. En esta etapa de adultez se descubre el placer de la actividad en solitario, ya sea con una lectura o escuchando esa música preferida, tal vez viajar y sorprendernos por seguir aprendiendo. Progresivamente te liberas de las cargas, te vuelves más paciente y las relaciones sociales y familiares son placenteras ¿A qué esperas para disfrutar tu presente? Tal vez esto te de alguna pista:

El placer de la lectura
Escribe y libérate
Deja salir tu arte
Reconciliate con tu cuerpo
El placer del masaje
Erotismo, expresión de tu sexualidad
Autoconciencia, conecta con tu interior
Yoga y meditación, el reposo consciente
Tai-chi y Chi-kung canaliza tu energía
Envuélvete de música y baile
Cultiva la renuncia a lo innecesario
Espiritualidad y Oración
Estrecha tus lazos íntimos
Vive en contacto con animales
Busca la armonía en tu espacio físico
Resuelve las relaciones conflictivas
Reconciliate con el pasado
Pide y da perdón
Practica la gratitud y comparte
Etc, etc, etc...

 

15 de febrero de 2014

EL COMPROMISO PERSONAL

“Una vida plena es una vida consciente. Me declaro persona adulta y consciente de mi existencia, capaz de percibir un intenso mundo de emociones que me sirven de guía. Me reconozco en posesión de derechos básicos, los cuales me pertenecen y su uso me facilita la armonía con mi entorno. Asimismo, a partir de hoy cada día de mi experiencia vital, si lo deseo, trabajaré en mi bienestar, permitiéndome lo que de beneficioso tiene mi ambiente, la luz, la tierra, el aire, el agua y aquellos que me rodean. Para ello invertiré tiempo en mejorar mis relaciones íntimas y personales, en cuidar y proteger mi cuerpo, lo que soy. Aprenderé a renunciar a todos esos aspectos que facilitan mi dolor y malestar, asumiendo que la vida y sus circunstancias son como son y el control que sobre todas ellas tengo es limitado, muy limitado. Intentaré guiarme por mis preferencias y deseos, construyendo una escala personal de valores libre de exigencias y perfeccionismos imposibles de conseguir. Asumo la consecuencia de mis actos y me acepto en mis errores, con el objetivo de seguir creciendo y aprendiendo para mostrar todo lo maravilloso que llevo dentro”

3 de febrero de 2014

ACEPTARSE O CÓMO LLEGAR A QUERERSE


Desde el origen de la humanidad se ha defendido una postura que es de dudosa utilidad, considerar que los seres humanos somos valiosos únicamente porque tenemos éxito o logros. Y también se ha considerado lo contrario, igualmente de dudosa utilidad, que valemos poco o somos incompetentes por no tener o desarrollar al máximo nuestras cualidades. Aunque diversas religiones asumen una aceptación incondicional del ser humano, en la práctica son pocas las personas que lo llevan a cabo. Lo cierto es que con la llegada de determinados pensadores que hablan del valor humano por el simple hecho de su existencia, empieza a cambiar el enfoque de siempre. Como dice la canción “…tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar y si eres de los que no tienes…a galeras a remar”, dando por hecho que no hay remedio a esta postura, pero la hay, y ésta empieza por uno mismo.

 
         Aceptar lo que somos es un proceso de construcción, es una actitud ante uno mismo y la vida. Muchas personas tienen la suerte de encontrar en la infancia y la adolescencia aceptación por parte de los demás y esto, indudablemente, facilita la suya propia, pero que esto ocurra con frecuencia no quiere decir que sea una ley universal. De hecho, hay personas destacadas en su comunidad que se aceptan de manera incondicional y creen en sí mismas a pesar de encontrar poco apoyo durante la mayor parte de su vida, e igualmente otras personas, por el contrario, siguen intentando aceptarse en la etapa adulta sin conseguirlo.


         Mientras estamos vivos existe la posibilidad de llevar una existencia cada día mejor. En este sentido lo que podemos llegar a ser es más de lo que ya somos. Mientras haya esa posibilidad… ¿Dónde pone que tenga que medir mi valor como persona por mis destrezas o mi éxito? Si es así, tan sólo es una opinión, por cierto, innecesaria a mi parecer. Un requisito indispensable para que alguien se identifique conmigo mismo radica en el permiso. Si te das permiso para Ser, para descubrir qué deseas y cómo, y dedicas tu esfuerzo a ello tendrás una alta probabilidad de conseguir ser feliz. Aceptarse es tener en cuenta una serie de características básicas:


  • Tener conciencia de que existes como ser único e irrepetible.     
     
  • Tener conciencia de que no hay ninguna razón por la que deberías ser diferente a como eres. Es posible que quieras ser distinto, pero esto antes ha de ser una preferencia, que no una exigencia.
     
  • Como ser humano no eres ni digno ni indigno, tan sólo eso, persona.
             El resultado de esta aceptación es un sentimiento agradable sobre uno mismo. La autoestima que palabra tan bonita, autoestima o estima a uno mismo. Y la utilizamos para referirnos al valor que damos a nuestra persona, es decir una actitud de aceptación o de rechazo, por tanto puede ser saludable, de respeto y acarreará sentimientos agradables, o puede ser insalubre, de rechazo y castigo y traerá sentimientos negativos. La autoestima oscila entre uno y otro valor. Así cuando una persona dice: “tengo baja autoestima”, en realidad está diciendo: “Me censuro mucho y me siento mal por ello”.
             Ya que la autoestima parte de la propia persona, es ella la que puede llegar a cambiarla. Entre las características de una persona con alta autoestima están:
     
  • Alta valoración personal. Se considera en su justa medida, la persona está contenta consigo misma, no duda de sus decisiones, ni de sus sentimientos, no evita las críticas de los demás pues son una oportunidad para mejorar.

  • Poca vulnerabilidad al entorno. Encaja bien la crítica así como las circunstancias que le generan emociones incómodas o dolorosas, suele tener suficiente objetividad como para desterrar la crítica y recursos para canalizar adecuadamente sus emociones.

  • No teme el fracaso. Otra característica presente en la alta autoestima es ésta, anticipan las situaciones y su actuación personal sin temor a la equivocación, tanto si tienen éxito como si no, lo atribuyen a sus propias acciones.

  • Autocrítica objetiva. Son capaces de criticar sus acciones, pero evitan censurarse como personas, lo hacen de una manera constructiva con el objetivo de mejorar, no de forma cruel para castigarse.
     
  • Se autorefuerza cuando es necesario. Es capaz de reconocer sus méritos así como sus cualidades y se premia por ello, ya sea de una manera material, permitiéndose “un capricho”, bien con su voz interna: “¡Bien hecho!”. Asimismo se relaciona con los demás tal y como lo hace consigo mismo.
     
  • Actitud de escucha y respeto. Ante los demás, de una forma directa, no tiene dificultad para abordar los conflictos, ni para defender sus derechos y necesidades, su actitud suele ser activa y dialogante, sus necesidades son tan importantes como las de los demás.




14 de octubre de 2013

FIBROMIALGIA, EL CAMINO A LA SUPERACIÓN



Al igual que ocurre con las dificultades que aparecen en nuestra vida, el cambio en el ser humano es una constante, es universal. Pero aún a pesar de ser algo tan característicamente nuestro, no terminamos de comprenderlo en profundidad. Esto facilita que en cierta manera le temamos y hasta huyamos de él. Algunos incluso creen que pueden escoger no cambiar a lo largo de su vida, como si el roce y la influencia de las experiencias vividas fuese algo que uno puede sortear, sin más, solo por desearlo.


      Y es que casi nada en el ser humano es sencillo, y cualquier manifestación de su existencia suele formar parte de algo más complejo. De otros elementos que se relacionan entre sí. Así que cualquier cambio que necesite, por ejemplo aprender a aceptar y adaptarse a una dolencia crónica, necesita de otros cambios que se sumen. Como si fuera una bola de nieve que crece.


        Sin embargo la mayoría de personas reconoce, cuando se encuentra en una situación difícil, el hecho de que es necesario algo distinto. Sobre todo cuando el problema se presenta de modo persistente y repetitivo, a pesar de los esfuerzos por que no sea así. Esto ocurre en la fibromialgia. Llegado este momento uno se pregunta:  ¿Un cambio sí, pero cómo?
 
      A día de hoy la fibromialgia se considera crónica, y precisamente porque lo es, se han abierto caminos para transitar por y con ella. Gracias al empeño de los protagonistas y el aporte de la ciencia,  muchas personas superan el impacto que la enfermedad causa en sus vidas. Superarla es un proceso de evolución, profundo y duradero, que parte de la aceptación de las limitaciones y los cambios vividos y permite a la persona desarrollar su vida y proyectos. Te muestro alguno de esos caminos.


 

3 de octubre de 2013

EN LA RAIZ DEL ÉXITO PERSONAL


Desde el origen de la humanidad se ha defendido una postura que es de dudosa utilidad, considerar que los seres humanos somos valiosos únicamente porque tenemos éxito o logros. Y también se ha considerado lo contrario, igualmente de dudosa utilidad, que valemos poco o somos incompetentes por no tener o desarrollar al máximo nuestras cualidades.
 
Aunque diversas religiones asumen una aceptación incondicional del ser humano, en la práctica son pocas las personas que lo llevan a cabo, tan sólo algunas ejemplares, como la Madre Teresa de Calcuta, entre otras. Lo cierto es que con la llegada de determinados pensadores que hablan del valor humano por el simple hecho de su existencia, empieza a cambiar el enfoque de siempre. Como dice la canción del Último de la fila: “…tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar y si eres de los que no tienes…a galeras a remar”, dando por hecho que no hay remedio a esta postura, pero la hay, y ésta empieza por uno mismo.

 
Aceptar lo que somos es un proceso de construcción, es una actitud ante uno mismo y la vida. Muchas personas tienen la suerte de encontrar en la infancia y la adolescencia aceptación por parte de los demás y esto, indudablemente, facilita la suya propia, pero que esto ocurra con frecuencia no quiere decir que sea una ley universal.

De hecho, hay personas destacadas en su comunidad que se aceptan de manera incondicional y creen en sí mismas a pesar de encontrar poco apoyo durante la mayor parte de su vida, e igualmente, hay personas con claras deficiencias y carencias que no dominan la vida y sin embargo, su autoestima es muy positiva. Otras personas, por el contrario, siguen intentando aceptarse en la etapa adulta sin conseguirlo.

¿Se te ocurre alguna razón por la que aceptarte?


 

30 de septiembre de 2013

FIBROMIALGIA, ACEPTAR LO INACEPTABLE


"Acéptalo de una vez". Cuantas veces como profesionales hemos podido utilizar esta expresión, o alguna similar. Y cuantas la habremos oído. Y es que resulta fácil decir que tienes que aceptar tu situación, o tu enfermedad, o que esto es lo que hay y no te queda más remedio que someterte. Y cuando se dice parece que se pueda hacer de manera inmediata. Sin embargo, habrás comprobado que lo que se dice aceptar, cuesta aceptar lo que pasa. Te cuesta a ti y le cuesta a los tuyos. Nos cuesta a todos.

         Cuando piensas que has de aceptar una situación, como por ejemplo la aparición de la fibromialgia en tu vida, parece que realmente lo que tengas que hacer es considerar esa situación como aceptable (admisible, pasable, razonable, apta, conveniente, grata, agradable, y así muchos más sinónimos). Es decir, como si tuvieras que contentarte o incluso sentir satisfacción por la misma. Lógicamente eso sería casi una locura. Esto no es aceptar.
 
Aceptar no significa tolerar el dolor, ni que tengas que sentir satisfacción porque la FM se ha instaurado en tu vida. Tampoco es resignación y tener que conformarte, como si no estuviera: «A mí la fibromialgia no me para, yo no presto atención y hago todo lo que quiero, aunque es verdad que luego llega un momento en que me paso cinco días en cama sin poder moverme». No me extraña, pero esto no es aceptarla, esto es negarla.

Aceptar es mucho más que pensar o decir: «Lo sé, tengo una enfermedad que me limita, así son las cosas». Este pensamiento es el comienzo de la aceptación, pero aún queda camino por recorrer. Pues a veces pensamos de esta manera, pero nos comportamos de manera contraria, como si realmente no creyéramos en lo que pensamos. Entonces ¿en qué consiste aceptar?

Aceptar es comprender. Comprender íntima y profundamente que las cosas han cambiado. Tú has cambiado, tu realidad ha cambiado. Pero no es sólo algo racional, un pensamiento, también es algo afectivo, una emoción, y por supuesto una conducta. Pero no una conducta cualquiera, una conducta activa de afrontamiento, no vale la pasividad, que sería como decir: «No hago nada, me dejo llevar». Esto es como no querer ver lo que hay. Porque la situación te está pidiendo que actúes, tu cuerpo te está pidiendo que actúes, tu entorno te está pidiendo que actúes, tu vida está esperando a que cojas las riendas y dirijas.

         El proceso de aceptar, por tanto, conlleva responder a las siguientes cuestiones: « ¿Qué ha cambiado? ¿Cómo ha sido este cambio? ¿Cómo me siento al respecto? ¿Cómo voy a vivir a partir de ahora?» Aceptar lo que la fibromialgia conlleva en tu vida, es aceptar quien eres. Te libera del rechazo a ti mismo y del dolor que esto produce. Y significa tener conocimiento de tres aspectos:

  • Tú existes como ser único 
  • No hay ninguna razón por la que deberías ser diferente a como eres
  • No eres una persona ni digna ni indigna




Por tanto, aceptar ya es una manera de superar.

 
 


 

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