Poquísimo se ha escrito sobre la relación de pareja y la irrupción de la fibromialgia
en uno de los miembros, o en los dos. Y un reflejo de lo poco escrito, se ve en la nula
presencia de los temas relacionados con la pareja, en boca de los especialistas
que te atienden. Esto se explica por la existencia una visión muy
reduccionista de la dolencia y la persona, donde el contexto no parece que
tenga mucha importancia. Por otro los temas de pareja no suelen tratarse en la consulta del médico.
Lo cierto es que el
momento vital que la pareja comparta será un poderoso influjo en la adaptación
de la misma. No es lo mismo un pareja recién casada o sin hijos que una pareja
con hijos adolescentes, incluso si hay personas mayores que cuidar y son,
quizás, los progenitores de uno de los cónyuges.

Se sabe que las
dificultades en la relación suelen aparecer cuando existen más cuestiones
diferentes que similares. Por ejemplo la salud, el tiempo libre, el trabajo,
etc. Además la relación se construye y se mantiene por el tiempo que se le
dedica y las necesidades que se comparten. Cada uno tiene las suyas propias, en
la frecuencia sexual, en el ocio, en la necesidad de afecto, en el estatus,
etc. Y en la medida que sean recíprocos en estos temas, es decir, uno facilita
las necesidades del otro y al contrario, pues mejor relación tendrán. Al
aparecer la fibromialgia esta reciprocidad,
se verá afectada, ya que en ocasiones a la persona le resulta extremadamente
difícil satisfacer las necesidades propias, mucho más las de la pareja.
Algo así como: se recibe lo que se da. Por
tanto si das poco recibirás lo mismo. Esta
reciprocidad lo es tanto para las acciones agradables como para las
desagradables.
¿Cuándo surge el malestar?
Cuando los sentimientos y las conductas desagradables que se intercambian
superan a las agradables. Con la fibromialgia hay áreas que están claramente más
condicionadas que otras, por ejemplo el tiempo libre y de ocio que se comparte,
que disminuyen drásticamente. Sobre todo hasta que la persona se haya acomodado
a la nueva situación. Esto provoca un desequilibrio importante, pues suele
haber un miembro que aporta más gratificaciones que el otro, que demasiado
tiene con adaptarse a algo que no sabe entender. A la larga quien más da dejará
de hacerlo si no obtiene respuesta, o la que recibe no es la deseada. Por
ejemplo: ante la insistencia de la pareja por salir y disfrutar de un paseo o
una reunión familiar y la consiguiente negativa o reparos de quien tiene fibromialgia, la
pareja terminará por cansarse o frustrarse y dejará de insistir. Algo que puede
ser interpretado como una falta de interés en la recuperación del otro o una
pérdida de sentimientos. Incluso puede desembocar en una crítica o conductas de
coerción, mal humor, ironía, riñas, incluso violencia, para obtener respuesta
de quien está impregnado por su dolor.
Llegado este momento muchas
parejas se preguntan: « ¿Hacia dónde vamos? ¿Es así como deseo vivir en pareja?»
La separación, el divorcio, y los efectos que estos traigan planean en algunos
momentos del proceso de adaptación a la fibromialgia. Aunque tampoco hay que llevarse
las manos a la cabeza, la pareja cuando se siente sometida a un gran estrés
puede valorar distintas alternativas de solución, incluida la separación si no
se tienen más recursos. Cuando uno de los miembros se vuelve en exceso
dependiente de atención, de cuidado, etc. Es fácil que el otro se cuestione si
están juntos por interés, lo cual puede llevarle a creer y sentir que está
atado. ¿Cómo evitar esto? Lógicamente trabajando en la propia autonomía, esa
que se pierde con la presencia de la FM. Habrá que rescatarla y ampliarla
incluso, para recuperar el atractivo personal.
Cuando la insatisfacción
campa a sus anchas, resulta importante tomar consciencia de dónde está el
malestar. Así muchas parejas en vez de encarar la situación llevan a cabo
estrategias que no sólo no sirven, incluso empeoran y cronifican su disgusto,
por ejemplo:
- Ignoran el problema. No expresan su fastidio ni frustración, sabedores, los que tienen fibromialgia y los que no, que sacar los problemas a relucir puede generar más estrés, nunca encuentran ni el momento ni las formas adecuadas. Mientras esto ocurre el desencanto se acumula, hasta desbordar en algún momento.
- Esperan que el otro cambie. «Yo no puedo hacer nada», así que confía en que la otra persona cambie su actitud, y eso a lo mejor no ocurre nunca. Ignoran que la conducta de uno influye en la del otro y viceversa.
- Se contentan buscando la satisfacción fuera de la relación. Bien en el trabajo, o en el grupo de amistades, incluso en la asociación donde hay personas que si entienden por lo que se pasa. A veces surgen aventuras amorosas que pretenden compensar la falta de esto mismo en la relación de casa.
Sin duda en la pareja se puede encontrar un gran
aliado para afrontar la fibromialgia, pero también un obstáculo. Aprovechar los
instantes de mayor entendimiento, para sentar las bases de una relación más
gratificante es una inversión en calidad de vida. Incluso en los momentos en
que habéis solucionado un conflicto, podéis dedicar un tiempo a pensar cómo
vais a prevenir que éste vuelva a darse. Adaptarse a una situación nueva y
exigente, la FM, así como a los cambios que esta provoca, se consigue con
esfuerzo y dedicación. Sólo con amor no basta para que la relación funcione, la
convivencia exige habilidades