¿Alguna vez viajando has tenido la sensación de
centrarte en tus pensamientos tanto que el viaje se te ha hecho muy corto? ¿Has
estado absorto viendo una película o leyendo sin darte cuenta de lo que a tu
alrededor ocurría, incluso que alguien estuviese hablando contigo y no fueses
consciente de ello? ¿Has comprado alguna vez un boleto de lotería y durante unos
segundos te has dejado llevar por la imaginación como si pudieras sentir que te
toca?
Pues bien, estos ejemplos cotidianos reflejan capacidades
mentales como la atención, la memoria o la imaginación que cuando se ponen en
marcha, de una forma determinada, se convierten en un proceso de comunicación
que se denomina hipnosis, si es alguien quien te lo provoca y autohipnosis si
lo haces tú mismo. ¿Despierto? Por supuesto, aunque tengas los ojos cerrados en
la hipnosis, la persona siempre está despierta.
¡Verás! Puedo entender que eso de la hipnosis suene
a fábula, a show televisivo, y ciertamente lo que se ve por televisión es un
show, preparado para entretener, y que poco tiene que ver con la hipnosis
psicológica o clínica. Por desgracia esa es la imagen que tenemos, pero la
hipnosis existe y funciona.
Los profesionales, psicólogos, médicos, etc. formados en su uso la emplean como
una herramienta terapéutica más y su eficacia en algunas circunstancias es muy
alta. La hipnosis funciona a través de un tipo de mensaje llamado sugestión,
que no solemos prejuzgar,
simplemente lo aceptamos. Una sugestión es un mensaje, en forma de
palabras o imagen, que se asume como si lo que dice fuese real, permitiéndote
sentir su efecto. Por ejemplo, si en una situación determinada te estás
diciendo que te vas a avergonzar y que te verán ridículo lo más probable es que
termines por sentir vergüenza. Tu cuerpo reacciona a lo que tu mente le dice.
Cuando eres consciente de esta capacidad y además la utilizas de una forma
positiva para tus intereses se convierte en una poderosa arma de autocontrol y
satisfacción. Así, hay personas que practican autohipnosis con frecuencia y la
suelen utilizar para relajarse profundamente, dormir mejor, calmar sus dolores,
potenciar su autoestima, dejar de fumar o no tener miedo.
Conocer su uso y aplicaciones, cuando uno es terapeuta, permite incorporar una estrategia que hace mejores el resto de herramientas, acelerando y/o profundizando su efecto. Pero obviamente necesita formación y trabajo personalizado para que se convierta en algo útil.
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