"Acéptalo
de una vez". Cuantas veces como profesionales hemos podido utilizar esta
expresión, o alguna similar. Y cuantas la habremos oído. Y es que
resulta fácil decir que tienes que aceptar tu situación, o tu enfermedad,
o que esto es lo que hay y no te queda más remedio que someterte. Y cuando se
dice parece que se pueda hacer de manera inmediata. Sin embargo, habrás
comprobado que lo que se dice aceptar, cuesta aceptar lo que pasa. Te cuesta a
ti y le cuesta a los tuyos. Nos cuesta a todos.
Cuando piensas que has de aceptar una situación, como por ejemplo la aparición
de la fibromialgia en tu vida, parece que realmente lo que tengas que hacer es
considerar esa situación como aceptable (admisible, pasable, razonable, apta,
conveniente, grata, agradable, y así muchos más sinónimos). Es decir, como si
tuvieras que contentarte o incluso sentir satisfacción por la misma.
Lógicamente eso sería casi una locura. Esto no es aceptar.
Aceptar no significa tolerar el dolor, ni que tengas que sentir satisfacción porque la FM se ha instaurado en tu vida. Tampoco es resignación y tener que conformarte, como si no estuviera: «A mí la fibromialgia no me para, yo no presto atención y hago todo lo que quiero, aunque es verdad que luego llega un momento en que me paso cinco días en cama sin poder moverme». No me extraña, pero esto no es aceptarla, esto es negarla.
Aceptar es mucho más que pensar o decir: «Lo sé, tengo una enfermedad que me limita, así son las cosas». Este pensamiento es el comienzo de la aceptación, pero aún queda camino por recorrer. Pues a veces pensamos de esta manera, pero nos comportamos de manera contraria, como si realmente no creyéramos en lo que pensamos. Entonces ¿en qué consiste aceptar?
Aceptar es comprender. Comprender íntima y profundamente que las cosas han
cambiado. Tú has cambiado, tu realidad ha cambiado. Pero no es sólo algo
racional, un pensamiento, también es algo afectivo, una emoción, y por supuesto
una conducta. Pero no una conducta cualquiera, una conducta activa de
afrontamiento, no vale la pasividad, que sería como decir: «No hago nada, me
dejo llevar». Esto es como no querer ver lo que hay. Porque la situación te
está pidiendo que actúes, tu cuerpo te está pidiendo que actúes, tu entorno te
está pidiendo que actúes, tu vida está esperando a que cojas las riendas y
dirijas.
El proceso de aceptar, por tanto,
conlleva responder a las siguientes cuestiones: « ¿Qué ha cambiado? ¿Cómo ha
sido este cambio? ¿Cómo me siento al respecto? ¿Cómo voy a vivir a partir de
ahora?» Aceptar lo que la fibromialgia conlleva en tu vida, es aceptar quien
eres. Te libera del rechazo a ti mismo y del dolor que esto produce. Y
significa tener conocimiento de tres aspectos:
- Tú existes como ser único
- No hay ninguna razón por la que deberías ser
diferente a como eres
- No eres una persona ni digna ni indigna
Por tanto, aceptar ya es una manera de superar. |