La manada de mamuts se acerca majestuosamente al
interior del valle, unos quince ejemplares de estos enormes animales se
desplazan por un entorno que ya les es familiar. A su alrededor, las cumbres
coronadas por la nieve brillan bajo un sol limpio. El aire es frio y húmedo, y
agita constantemente la hierba alta del fondo del valle. Mientras, paso a paso,
el grupo se acerca al punto más angosto del mismo, al otro lado les esperan
praderas enormes que saciarán sus estómagos, espoleados por el olor a hierba fresca
que trae el aire, la manada prosigue su camino. Sin ser conscientes de la
situación, trágica y vital, que se desarrollará en los próximos minutos, siete
cabezas giran lentamente al paso de la manada, observando cada detalle de la
misma. Un grupo de cinco hombres se arrastra sigilosamente, desdibujados por
una ligera niebla que parece emerger del propio suelo.
Nos encontramos en el norte de Europa
aproximadamente hace 400.000 años, estos hombres se mueven en este primigenio
paisaje con naturalidad, apenas sobrepasan el metro y medio de altura,
corpulentos, han desarrollado características propias de las especies que viven
en regiones frías, piernas cortas y narices anchas que permiten una adecuada
respiración y eliminación del calor sobrante, impidiendo que aparezca el sudor
y el riesgo de congelación.
Se
enfrentan a unos adversarios formidables, mamuts lanudos, capaces de aplastar a
un hombre de un pisotón, pero lejos de hacerlo de frente utilizan la fuerza del
grupo para tener alguna posibilidad. Mientras cuatro de ellos esperan justo el
momento en que la manada se agrupará, pasando el estrechamiento del valle, para
empezar a correr y así abordarla por detrás, gritando y haciendo sonar unos
pequeños cuernos. El resto se halla detrás de una enorme roca, esperando justo
el momento en que empujarla y hacerla caer, despeñándose, con la esperanza de
que en su camino golpee a alguno de los ejemplares lanudos. La apretura del
camino enlentece el paso de los animales haciendo que se agolpen. De repente,
tras sus lomos gritos y sonidos estridentes, que justo en ese momento no pueden
atender, pues su enorme tamaño les impide girarse para enfrentar esa creciente
amenaza.
Su
respuesta no se hace esperar, aceleran el paso hacia delante cuando, como caído
del cielo, apenas disponen de unos segundos para levantar la vista por instinto
y descubrir como su supervivencia está en juego, un enorme objeto se acerca
rápidamente arrastrando rocas, polvo y muerte. El potente barrito del macho dominante
no se hace esperar, retumba en las paredes de piedra y cubre todo el valle, su
llamada solo tiene una indicación para los otros miembros, una estampida que
hace vibrar hasta el pico más lejano del valle, crece en segundos mientras una
descomunal fuerza motriz parece anunciar el fin del mundo conocido.
En apenas un suspiro la enorme mole, que desciende
veloz por la falda de la montaña, impacta brutalmente contra el lomo de un
joven atrapado entre dos ejemplares mayores. Sin capacidad para cambiar la
situación, la manada escapa de su tragedia, mientras el júbilo estalla entre
esos hombres de mediana estatura y duras facciones. La muerte del animal supone
la vida para su grupo, para las crías de nuevos humanos que llegarán antes del
verano y aun tendrán alimento en los próximos meses. Lo que ha hecho este grupo
de supervivientes, se repetirá cientos de miles de veces a lo largo de nuestra
historia. Aunar esfuerzos en pos del bien común.
No podía ser de otra manera. Precisamente por ser
unos adversarios formidables, estos animales con su tamaño y fuerza, cualquiera
que se enfrente a ellos necesita desarrollar conductas coordinadas que sumadas
equiparen las fuerzas. El ser humano se ha asociado con otros desde el comienzo de los
tiempos, para convivir, para cazar, para protegerse, para ganar. Podemos
considerar, por tanto, que el grupo y la sociedad son los estados naturales de
interrelación del ser humano.
El mecanismo que lo hace posible es la cooperación y
su resultado el éxito. Por eso cuando más necesidades tenemos, mirar y
conseguir la ayuda del grupo se vuelve una cuestión de supervivencia. En la
familia, en la empresa, en el equipo.
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